Monday 15 August 2011

Enda Wyley


Dos mujeres en Kosovo

“Voy a saltar“, susurra su hermana,
y le extiende la mano.
Y así saltan juntas -con tanta naturalidad
que podrían ser nenas otra vez
que barrenan olas en sus vacaciones, saltan
ríos caminos al colegio
se tironean la una a la otra al cruzar la calle
hacia cosas de adultos.
Al costado del camión
sobre el polvo y los matorrales que ruedan, saltan,
té y pan acaban de comer con las otras
un golpe en sus estómagos cuando caen.
Tomadas con fuerza de la mano, saltan:
dos mujeres en Kosovo dejan atrás a
sus hijos, su madre, sus maridos
fusilados por soldados
en un café de la ruta minutos atrás
y ahora una montaña de pena
llevada hacia una fosa común
un lugar que estas hermanas nunca volverán a encontrar.

Una mira atrás por un segundo,
siente toda su vida apilada fea allí,
siente que fue hermosa alguna vez
el abrazo de su hombre buscándola
en el medio de la noche
el dolor amargo cuando su hijo de cuatro años
la dejó para ir a la escuela el primer día
su madre llamándola
una noche fría de invierno.
La suerte elige dónde nacemos
nos atraviesa la vida
indemnes a la violencia.
La suerte es ahora esta mujer valiente
que desafía a los brutales guardias,
se yergue con vida
de su supuesta muerte
y el horror de los cuerpos, las personas que amó,
una sobreviviente asustada que tira de
su asustada hermana,
una hermana que susurra, “¡Saltá!“





Enda Wyley

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