Wednesday 14 April 2010

El beso de la mujer araña.

“-Al verlo por segunda vez me pareció más lindo todavía, con una casaca de cuello Mao que le quedaba divina. Era un galán de película. Todo en él era perfecto, el modo de caminar, la voz ronquita pero por ahí con una tonadita tierna, no sé cómo decirte, ¡y el modo de servir! (...) ¿Cómo te lo puedo decir? Eran movimientos tan seguros, y tan elegantes, y tan suaves, y tan de hombre al mismo tiempo.
-¿Qué es ser hombre para vos?
-Es muchas cosas, pero para mí... bueno lo más lindo del hombre es eso, ser lindo, fuerte, pero sin hacer alharaca de fuerza, y que va avanzando seguro. Que camine seguro, como mi mozo, que hable sin miedo, que sepa lo que quiere, adónde va, sin miedo de nada.
-Es una idealización, un tipo así no existe.
-Sí existe, él es así (...) No seas celoso, no se le puede hablar a un hombre de otro hombre que ya se pone imposible (...)Está condenado. Y yo te dije que él es muy fuerte como carácter, y que no le tiene miedo a nada, pero no te imaginás, a veces, la tristeza que se le nota.
-¿En qué te das cuenta?
-En los ojos. Porque tiene unos ojos claros, verdosos, entre pardos y verdes, grandísimos, que le comen la cara parece, y la mirada es lo que lo traiciona. En la mirada se le nota a veces que se siente mal, triste. Y eso fue también lo que me atrajo, y me dio más y más ganas de hablarle. Sobre todo en las horas de poco trabajo yo le notaba esa melancolía, él se iba al fondo del salón, donde había una mesa en que se sentaban los mozos, y ahí se quedaba callado, encendía un cigarrillo, y se le iban poniendo más raros los ojos, más empañados.“

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